domingo, 22 de noviembre de 2009

Cuando los sentimientos te superan...




Siempre he tenido muy claro cual debía de ser mi implicación emocional en mi trabajo... ninguna. Trabajo en una residencia de ancianos.
Pero hoy vengo a confesar a este rinconcito que no siempre se pueden controlar los sentimientos... a veces una simple palabra hace que todo lo que siempre habías considerado como algo necesario y correcto se venga abajo. Lo peor es que cuando uno de estos "seres de pelo blanco" encuentra el agujero en tu coraza... nunca entra solo ;)
Llevo varios años de profesión y lo que es mas importante, es una profesión vocacional... mi madre siempre me dijo que se me daban bien los ancianos, y siempre supe que tenia razón.
Llegue a esta residencia hace dos años, antes andaba a salto de mata por Asturias (cosas del trabajo publico jajaja). Se nos contrato porque se abría una nueva planta de enfermería y junto con nosotras, llegaron también ancianos, todos eramos nuevos y estábamos un poco perdidos, por lo que durante unos meses nos fuimos conociendo.
Cuando por fin todo el personal de la "casa" se unifico, me sorprendía que los ancianos de la nueva planta, no se implicaban tan intensamente con el resto de compañeras, las que para ellos eran nuevas, sino que habían creado un vinculo de complicidad con nosotras.
Recuerdo como era mi "saquito de mimos" cuando llego, estaba muy medicada, no caminaba, y siempre estaba somnolienta. Con consultas periódicas a su medico, el personal de enfermería comenzó a retirarle mendicación. Consiguió dejar la silla de ruedas, mantenerse despierta durante el día, hablar,.... Fue como descubrir a una persona desconocida
Un día, estábamos en el comedor con ellos, cuando de repente ella pronuncio mi nombre, si, si me llamo por mi nombre, recuerdo que le costo tanto decirlo que sonó como si lo escupiera.
Fue algo que me sorprendió, a mi y a mis compañeras, asi que fuimos a su lado. Yo le pregunte que a quien llamaba y ella respondió: A ti... a Vanessa. Mis compañeras le preguntaban que si sabia sus nombres también y ella negaba una a una sus preguntas, para terminar concluyendo que sabia mi nombre porque me quería. Dios, me recorrió el cuerpo un sentimiento de satisfacción, de ternura.
Mi "saquito de mimos" fue poco a poco ganandose un hueco en mi corazón, siempre me conocía, no era una casualidad de un día, su familia estaba alucinada del lazo tan especial que ella había creado conmigo.
Al volver de las vacaciones, me lleve un gran disgusto, ella parecía haber envejecido 10 años, estaba otra vez apagada, triste y adormilada. Me acerque a ella y le pregunte que tal estaba, sus ojos me miraron, se iluminaron y solo dijo: Vanessa. Mis compañeras me dijeron que llevaba varios días enferma, que parecía no recuperarse de un catarro, ese día vino el medico a visitarla.
La acompañe a la sala de curas, para que así medica y enfermera pudieran explorarla, cuando me disponía a irme, me cogió del brazo y me dijo: Vanessa quedate conmigo, tengo miedo. Siempre pronunciando mi nombre con tal fuerza, que la medica se rio y contesto: Si Vanessa, por favor, quedate. Fue derivada al hospital
Cuando por fin regreso, corrí (aunque yo estaba en un momento de descanso) a recibirla y ayudar a mis compañeras a meterla en la cama... volvía terminal.
Como ya estaba acontumbrada, no me impresiono que su mirada se iluminara al verme, que dijera mi nombre "escupiendolo", pero si que me cogiera la mano y me dijera que se moría, que tenia miedo, que no la dejara sola, y que me había echado de menos. No se cual era la expresión en mi cara, solo se que mi compañera me dijo: Sal de la habitación si quieres, nos arreglamos.
Desde ese día hasta hoy, las cosas van siempre por esos derroteros, toda la "casa" sabe la relación especial que "mi saquito de mimos" tiene conmigo, y la que yo tengo con ella.
Un día, de los muchos que desgraciadamente tiene malos, me pidió que me quedara un rato con ella, (dios, renuncie a mi café, no hay forma de resistirse..)estando allí sentada, con mi mano sostenida fuertemente por la suya,cuando me pregunto algo que me descoloco: Vanessa, harías una cosa por mi? Me recordaras cuando me muera, por favor??? (debo aclarar que esta lucidez solo la tiene conmigo) No me costo decirle que si, porque nadie que no fuera de mi familia, me había querido tan intensamente de una manera tan desinteresada.
Su familia, aunque me incomode, también se siente obligada a verme de forma especial. La ultima vez, me trajeron una tableta de turrón de chocolate, de mi marca preferida, al recordarme en un supermercado, por una conversión trivial que habíamos tenido unos días antes... Jolin, que vergüenza... no me permitio decirle que no.
Todos los días, pregunto al llegar como se encuentra mi "saquito de mimos" y luego cuando el trabajo me lo permite, aprovecho para hacer una visita a su cama. Mis compañeras también me obligan cuando ella se queja de que la tengo abandonada (cuando vuelvo de descanso).
Solo me queda explicaros una cosita. Lógicamente, no puedo dar su nombre, así que decidí llamarla aquí mi "saquito de mimos" por que es lo que le digo cuando ella me recuerda que se esta muriendo, siempre le digo: Anda, que cuando te pongas buena, no va a ver quien te aguante, vas a ser un "saquin de mimos". Ella me mira, me sonríe y asiente con la cabeza, como pensando en protegerme de lo que las dos sabemos: Esta viviendo días regalados.

6 comentarios:

silvo dijo...

Me encanta que en tu trabajo tengas la satisfacción de poner más de lo que es obligado y recibir lo mismo, preciosa historia, eso sí, sin café alguna vez, saludos y buena semana

Marial dijo...

Hola Vanessa, si no fuera por lo irónico del asunto, te diría yo no podría. Mis despedidas no se parecen en absoluto a las tuyas y mi manera de afrontarlas, evidentemente tampoco. Ojalá que tu "saquito de mimos" se vaya cuando ambas estéis preparadas, pero si no es así, ya sabes dónde encontrarme. Un beso enorme y ánimo ante la falta de cafeína ;)

Berto dijo...

Hola Vanessa. Hablas de vivir días regalados, pero sinceramente creo que el mayor regalo de tu "saquito de mimos", eres Tú.
Un beso.

Anónimo dijo...

Que bellísima historia cielito, yo soy una abuelita muy viejita ya, y tu tremenda historia me ha hecho añorar esas maneras y esos mimos que tu ofreces quedantote con la conciencia bien tranquilita de ayudar a quien lo necesita, llegar a la vejez a veces es una tortura en si misma, con tus palabras me has hecho pensar que quiza alguno de estos días yo también seré el saquito de mimos de una chiquita tan bella por dentro con vos lo sois. Mariela.

Mª Carmen dijo...

ainssssssssss Vane, se me ha esponjado el corazón al oir tu historia. Yo sé que uno cuando trabaja con personas tiene que establecer ciertos mecanismos de defensa, pero que eso no nos impida la capacidad de mirar a los ojos cuando nos hablan, de ser humanos en el sentido más amplio de la palabra. A mi desde niña las personas mayores me dan mucha ternura y me hacen tomar conciencia de lo que importa. Vivimos tiempos difíciles donde los mayores una vez que los hemos exprimido, nos estorban, molestan, huelen mal...he oído muchas barbaridades difíciles de calificar y que no comparto en absoluto. Espero poder darle a mis padres todo el cariño que se merecen cuando me necesiten (ellos serán mis saquitos de mimos...)
Muchos ánimos y te felicito (te recuerdo la canción de Jorge Drexler: cada uno da lo que recibe...y recibe lo que da...)

esther dijo...

Hola vane.La verdad es que el "saquito de mimos" no recuerda otro nombre que el tuyo aunque en momentos de lucidez nos recuerde a muchas de nosotras, pero el hecho de que recuerde solo el tuyo es un orgullo para tí. Aunque todas la queremos un montón comprendemos el vínculo especial qeu tiene contigo, y el día que pase lo inevitable vas a ser la que más lo sienta. Pero eso que te queda, el recuerdo y el cariño que te tiene y no solo ella, sino tb su familia, que yo estaba presente el día qeu llegaron con la bolsa llena de turrón.jo k envidia k no se acuerden de mi de manera individual, porque nadie sabe mi nombre, pero tú eres una persona k se hace notar, sobre todo para bien.Un besazo.Nos vemos en la resi